Rincón
de Granada
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Noticias, Curiosidades, Anécdotas, Leyendas...
Cuando fue tomada Zahara por los moros, tomaron como rehenes a muchos cristianos a los que les iban a dar muerte. Entre los cautivos se encontraba una joven bella joven cristiana, de la que le dió compasión un viejo moro. Entonces pidió que fuera su hija adoptiva, y se lo consedieron. María era el nombre de la joven. Su padre adoptivo le daba todo lo que la joven pedía. Pero esta anhelaba volver con los suyos, no se acostumbraba a las costumbres y las formas de ser de los moros, y la religión de ellos no era la suya. El viejo moro intentaba convertirla a la religión de ellos, el intentaba que ella se adaptara a ellos. Viendo que no lo conseguía llamó a Aliatar, uno de los más valerosos guerreros moros, por los que totas las jovencitas de granada suspiraban. Una vez se vieron los dos se enamoraron mutuamente. Ella le hablaba a él sobre el cristianismo, y él le hablaba a ella sobre su religión. Pero ninguno de los dos llegaba a un acuerdo. Ella siempre le decía a él que quería irse con los suyos, que era lo que más anhelaba. Una tarde ella iba a una fuente donde normalmente quedaban los dos enamorados. Pero allí estaba el rey de Albohacén que se había enamorado de ella, y que se intentaba aprovechar de la joven. Ella salió corriendo, y él tras ella. Aliatar solo vió la figura fugitiva de un hombre, por lo que le dieron muchísimos celos, y partió hacia la batalla, con intención de morir. Pero en lugar de eso consiguió una gran victoria, que le alzó todavía más en su renombre como guerrero. Desesperanzado se fue a la fuente donde solía quedar con María. Y allí desmayada estaba ella, y el rey de Albohacén intentaba llevarsela. Aliatar lo detuvo y lo retó a muerte. Pero el rey de Albohacén iba desarmado, y le dijo que a la mañana siguiente se reterian los dos. Por la mañana, cuando despertó María. El rey de Albohacén estaba frente a ella y Aliatar estaba en prisión. Entonces un griterio surgió de las afueras, con ruido de combate y de repente entró Aliatar. Este se dispuso a matar al rey, pero ella se interpuso, y le dijo que los cristianos no mataban a sus semejantes. Lo dejó ir, y él le contó a María, que en la desesperanza de la celda, llorando, le había pedido al Dios cristiano que si existía, le liberara. En ese momento los cristianos habían entrado y le habían liberado. María
llena de felicidad fue con el valeroso Aliatar a recibir a los suyos,
que llegaban victoriosos de conquistar Loja, vengando así la toma de
Zahara. En Granada cuando estaba el Califato Jaén-Granada-Córdoba vivía en Granada un rey moro que solo tenía un hijo desde pequeño ya se veía que el niño iba a ser un genio. El niño era muy muy inteligente y todo lo aprendía con una facilidad pasmosa. Entonces el rey moro lo llevo a un astrólogo para que le dijera cuál sería el brillante futuro de su hijo. El astrólogo le dijo que su hijo correría innumerables peligros por culpa de sus enamoramientos. Que sería un chico muy enamoradizo y que le crearía muchos peligros y muy graves. Entonces el rey moro temiendo por la seguridad de su hijo ordenó construir un increible palacio con maravillosos y gigantes jardines al lado de la Alhambra para tenerlo siempre cerca y encerrado dentro de ese palacio. Le asignó un sabio como maestro este sabio le fue enseñando al chico todas las cosas y el chico era verdaderamente increible muy muy listo. Pero el sabio tenía orden de no explicarle nunca nada sobre el amor al chico. No debería enterarse de lo que era el amor y hacer no correr el riesgo. Cuando el príncipe llegó a la edad de 21 años se comportaba de forma distinta. Miraba con dulzura las flores las olía con delicadeza, observaba el cielo, y cerraba los ojos para sentir el aire rozar sus mejillas. El sabio examinando todo esto comprendía que el príncipe "había descubierto que tenía corazón". Entonces se lo comunicó inmediatamente al rey moro los cambios de comportamiento en su hijo. El padre nervioso y asustado ordenó encerrar a su hijo en la torre más alta del palacio del Generalife sin que pudiera salir. Allí estuvo encerrado el pobre príncipe y asomado a la ventana todos los días le daba de comer a las palomas y se cuenta..... como parte de la Leyenda que la indecible, innombrable inteligencia del chico consiguió aprender y hablar el lenguaje de los pájaros. Los oía revolotear por el cielo diciendo a todos: amor, amor, amor, amor amor, amor. Porque eso es lo que todos los pájaros son lo que dicen cuando pian. El principe fue a ver al sabio y le preguntó: - ¿Qué es el amor? Y el sabio le dijo: - Es aquello por lo que todas las personas sufren. Por lo que todas las personas mueren y no son felices El príncipe un tanto desilusionado y triste se fué a sus aposentos. Un amanecer estando tendido en la cama entró una paloma y se le posó sobre una mano.. - ¿Qué te pasa? .- le preguntó el príncipe. - Estoy triste .- le contestó la paloma - ¿Por qué? - Porque he perdido a mi amado no lo encuentro y estoy triste por ello no soy feliz. Sin él he perdido las ganas de vivir. Sin su amor ya poco importa la vida.... no soy nada sin él.... sin su presencia ... sin su contacto... sin él.... que hay? Y el príncipe se quedó pensativo y fue enfurecido y muy molesto con el sabio y le recriminó que lo hubiera engañado. El filósofo y sabio no le dijo nada al rey moro porque si esté se enterara de que el príncipe de una u otra forma había descubierto lo que era el amor lo más probable es que lo matara, así que guardó silencio. El chico de todas formas siguió en lo más alto de la torre del generalife encerrado. Un día la paloma volvió muy alegre, porque gracias al príncipe había encontrado de nuevo a su palomo. Estuvo hablandole al príncipe de paises, de historias. Y una de ellas era que había visto a una bellísima cautiva, encerrada en un jardín. Sin poder salir, encerrada al igual que lo estaba el príncipe Ahmed. - La ví, pensé que esa era la princesa que te merecías. Es bella, está triste, y no sabe lo que es el amor. Así el príncipe oyendo aquella noticia se puso loco de alegría. Rápidamente escribió una carta apasionada de amor con muy bonitos versos y se la dió a la paloma que emprendió rapidamente el vuelo al jardín donde estaba recluida la princesa. Esperaba día y noche el regreso de la paloma mensajera, pero no volvía. El joven Ahmed perdía las esperanzas hasta que una noche la paloma llegó y cayó a sus pies ensartada por un dardo. Medio agónica había llegado y de su pico colgada una cadena con un retrato de una bella joven que debía ser la princesa recluida. Que así le contestaba a su bella carta. Entonces.... viendo la bella cautiva y su amiga paloma que había dado la vida por darle amor a él. Para que él conociera lo que era el amor, pensó que sería algo muy importante como para no arriesgarse a conseguirlo y se planteó el escapar del Generalife para buscar por todo el mundo a la bella princesa. Con su cinturon se descolgó del ajimez de la torre. Se llevó consigo en un atillo todas sus joyas para los gastos del viaje. Una lechuza, que era amiga suya, le guió en la oscuridad de la noche. Andó muchos días hasta llegar a Sevilla. Una vez allí buscó una gran torre y unos grandes jardines moriscos donde podría estar encerrada la bella joven y lo vió rápidamente con majestusuidad y gran porte se eregía la torre morisca sobresaliendo sobre todas las demas construcciones era... la Giralda de Sevilla. El príncipe subió por la escalera de caracol a lo alto de la torre Allí arriba se cuenta que habia un cuervo muy muy muy muy viejo. Y el príncipe le dijo que deseaba conocer solo una cosa que le iba la vida en ello y era... el encontrar a una bella princesa cautiva de la que solo tenia una imagen y la de sus sueños. Le dijo el cuervo que él no solía sobrevolar los jardines y los palacios. Que no sabía donde podía encontrar a su bella princesa pero que podía dirigirse a Córdoba. - Al lado de la gran palmera de Abderramán puedes encontrar a un anciano viajero que ha recorrido medio mundo, y que a lo mejor puede saber algo. En medio del patio de los naranjos el mismísimo Abderramán se dice que plantó con sus propias manos una grandísima palmera, y allí el príncipe se encaminó. Una vez a los pies de esta vió una muchedumbre agolpada alrededor de alguien y se dijo ... - Ahí debe estar el viejo anciano viajero contando sus historias... y sus viajes.... y sus hazañas Al incorporarse al grupo pudo comprobar que en el centro no había ningún hombre sino un papagallo de esos brillantes, de plumaje verde y amarillo, y un tanto chulo en sus expresiones. Entonces el principe extrañado le preguntó a un hombre: - ¿Qué hace tante gente alrededor de ese papagayo? - Le dijo el hombre que era un papagayo descendiente de aquel famoso de Persia que era conocido por muchos por su habilidad por contar cuentos. Gracias a sus numerosos viajes. El príncipe se adelantó a toda la muchedumbre y empezó a exponerle el motivo de su visita. Entonces el papagallo muy chulo y arrogante empezó a desternillarse de risa a más no poder y le dijo: - El amor no existe. - ¿Qué pasa el amor no es lo más bonito del mundo? .- preguntó el príncipe.- ¿No es lo mejor a encontrar?, ¿ y por lo que todo el mundo debería luchar?. - ¡Qué va!, eso pasó ya de moda. Pero bueno, el retrato de esa mujer tan bella es el de la princesa de Aldegunda. - ¿Dónde podré encontrarla? .- se apresuró a preguntar el príncipe. - Es la única hija del rey cristiano de Toledo, y está oculta a todo el mundo hasta que cumpla los diecisiete años. No podrás verla, porque su padre la tiene bien apartada de todos los mortales, y más fácil es encontrarla que conseguirla. El príncipe partió hacia la ciudad de Toledo acompañado por la lechuza y e l papagayo. Una vez allí vió la morada de la bella princesa que buscaba. Le dijo al papagayo que volara dentro del jardín y le dijera a la princesa que el príncipe Ahmed peregrino del amor había llegado en su busca. Orgulloso, el loro, voló dentro del jardín. Este sorprendió a la princesa llorando en silencio sin emitir más sonido que el que hacía el viento. - Enjuga tus lágrimas bella princesa, pues vengo a alegrar tu corazón .- dijo el papagayo con porte. La princesa sorprendida y al ver al papagayo le brillaron los ojos con más fulgor que las perlas de los diamantes de su corona. Le contó la presencia del príncipe, y la princesa le contó que al día siguiente se celebraría un torneo para determinar su pretendiente. El papagayo voló de nuevo por encima del jardín en busca del príncipe. Le transmitió las palabras de la bella princesa que eran...: - Tus poemas han sido el consuelo de mi alma, durante todo este tiempo. Tus poemas han sido lo más bello que he tenido. Muchos nobles se disputaban a la bella princesa y estaba pensado organizar un torneo para ver quién era el más valiente noble caballero que merecería el corazón de la bella cautiva. El príncipe al enterarse se sintió apesadumbrado y acobardado. Hundido .... pero el papagayo exclamó... ALá Akbar (Dios Es Grande). Con esto, le contó que en día de lluvias intensas se refugió en una cueva donde había escondida una gran armadura de un antiguo caballero cristiano. Fueron por la sierra de Toledo y encontraron la armadura, una como ninguna otra. Maravillado el príncipe se vestió de caballero cristiano con armadura increible, que relucía con la luz de la luna. Allí en los montes de Toledo, en lo más oscuro de la espesura guiado por un papagayo y por una lechuza esperaba el amanecer, para disputarse el amor de la princesa. A la mañana siguiente todos los pretendientes relucían sus mejores armas. Cuando la princesa apareció, se creó un gran revuelo. Al aparecer por su gran porte, por su gran belleza, su mirada tierna y desvalida. Era una verdadera princesa, una joya. Pero la princesa parecía triste. Entonces el príncipe fue a inscribirse al torneo y se lo denegaron diciendole que nadie sin sangre real podría inscribirse. Declaró su linaje como el príncipe Ahmed. Tardaron poco los caballeros cristianos en rodearlo al descubrir que era musulman y empezaron a insultarle y a mofarse de él..... riendose.... - El Peregrino del amor ... juas juas uas ... el pregrino del amor juas juas juas jaja - El principe Ahmed desafió a uno de ellos. Cogieron distancias con los caballos y se lanzaron uno contra el otro y se invistieron. Nada más cruzarse el caballero cristiano cayó herido al suelo. Fue cuando se desató la furia de los demás. El príncipe Ahmed envestía con su caballo a todos, más ningun podía derribarle. El rey, padre de la princesa, estaba absorto y enojado, por lo que cogió su escudo y su espada y saltó a la liza. Ahmed lo invistió sin darse cuenta. Viendo al rey tendido en el suelo despojado de su corona que rodaba por el suelo y que la guardia real se lanzaba a por él. Salió huyendo hacia las montañas hacia la gruta donde había encontrado la armadura. Horas más tarde envió al papagayo a ver que sucedía en la ciudad. Le dijo que había una revuelta inmensa y que la princesa estaba desmayada. Al siguiente día el principe disfrazado con traje de pobre se encaminó a Toledo y en la puerta de palacio pidió se le condujese a presencia del rey pues tenía un remedio para curar a la princesa. Allí junto a los pies del rey le contó que era de una tribu de Egipto y que sabía el método que curaba todo maleficio y era la música. El rey desconfiaba un poco pero como la salud de su hija estaba muy mal por lo ocurrido el día anterior, decidió que no podía perder nada por probar fortuna. Lo llevaron junto con la princesa escoltada por la guardia, acompañado por el rey y por los médicos reales. Una vez allí, el principe Ahmed disfrazado de pobre tocó la flauta, y acompañaba recitando los versos de amor que le había mandado hacía tiempo en una carta con una paloma. La princesa al oirlos se le iluminaron las mejillas, se le avivaron como dos perlas los ojos y sonrió de oreja a oreja. Se le vió la felicidad en la cara. Todo palacio asombrado comprobó la mejoría de la princesa. Asombrados los médicos no daban crédito a lo que veían. Entonces el rey le dijo que podía pedir como recompensa cualquier objeto del castillo. El papagayo le dijo al oido al príncipe que en el sótano de palacio había una alfombra mágica. El príncipe la pidió, la sacó. Era un alfombra verde de seda y decorada con extrañas letras, pidió a la princesa que se sentera en esta, y nada más sentarse se cuenta que maravillosamente la alfombra se levantó del suelo llevandose a la princesa y al príncipe volando hacia la ciudad de Granada donde se casaron se celebraron las bodas y...... el rey Cristiano reconoció y les dió su bendición. Aún cuando pasamos por al lado de la Alhambra de Granada nos asombramos de la majestuosidad del Palacio del Generalife allí aprendio un principe lo que era el amor. Nota:
Sea con o sin alfombra mágica, el hecho es que el príncipe escapó con
la princesa cristiana y se casó con él. Esta historia remonta muy al pasado, mucho más allá de los años de los califas. Pero es digna de contar, por encontrarse en Granada, y ser una parte fundamental en una visita por estas tierras. Por el año 16 antes de cristo, en la provincia de Dux (Asia Menor), habitaba una familia formada por Caleb y Rebeca, y sus dos hijos. El primero de los hijos se llamaba Cecilio y era sordomudo de nacimiento. El más pequeño de los hijos se llamaba Tesofón y había nacido ciego. Habiendo oido los milagros que Jesús había hecho, decidieron marchar hacia Judea para buscarle. Y una vez allí, Jesús les devolvió a Cecilio la voz, y a Tesofón la vista. Como agradecimiento los dos se consagraron a propagar las enseñanzas de Jesús. Santiago adoctrinó a los dos jóvenes, y se los trajo a España para predicar el evangelio por estas tierras. Cecilio se consagró como una gran santidad en la ciudad de Granada, que por entonces se llamaba Ilíberis. Como esta ciudad se hallaba bajo el dominio del imperio romano. Nerón ordenó la captura inmediata de Cecilio y sus discípulos. Cecilio guardó todas las reliquias que consideraban los romanos como profanas. Y esperó a que los romanos lo capturaran. Fue encerrado en la fortaleza llamada Alcazaba Cadima, en una torre infranqueable a la que se le daba el nombre de la torre de Iznorromán. Se le impuso la orden de que debía renunciar a lo que predicaba, y a sus creencias, y si no moriría. Se le hizo imposible la estancia allí, y se le aplicaron torturas, junto con sus once compañeros de cautiverio. Al no renunciar Nerón, que estaba en su segundo año de reinado, ordenó quemar vivo a Cecilio y sus onces compañeros en un horno de cal. En la actualidad, en el callejón de Santo Cecilio, se ven aún unas murallas poderosas y robustas con un torreón en donde está una pequeña capilla que guarda la imagen de Santo Cecilio y sus once compañeros. De aquella capilla fueron sacados para quemarlos en el Sacro Monte. Las reliquias que escondió para que los romanos no las encontraran fueron descubiertas en el año 1595. |